Son las protagonistas de la fiesta cada año. Tres jóvenes del pueblo de vestido blanco y cesto en la cabeza (con flores de pan y largas varitas de harina y azafrán, arbujuelos).
El 24 de junio serán las encargadas de realizar las ofrendas en el interior de la Ermita de la Virgen de la Peña, donde la noche anterior, los sampedranos atravesaron descalzos la alfombra de brasas. En el interior de la ermita las tres Móndidas, ya sin los cestaños, se colocan frente al altar mayor donde dos sacerdotes ofician la misa. Detrás de ellas se sitúan las acompañantes de las Móndidas, quienes están pendientes de ellas en todo momento. A ambos lados se coloca la Corporación.
En el Ofertorio de la misa, se acercan individualmente al Sacerdote, ambos inclinan la cabeza, y ellas ofrecen el arbujuelo. La primera al Sacerdote y al Alcalde, y las demás al Alcalde y resto de la Corporación.
De vuelta a la Plaza Mayor, se «pinga el mayo», y tras ello las tres Módidas leen cada una su cuarteta.
Para terminar, el baile de la jota, las Móndidas bailan con el Alcalde, con los concejales y con todo aquel que se atreva a pedírselo.