A las 11:30 de la mañana se partía en busca del Mayo elegido para este año, que se encontraba a orillas del río Linares, justo a la vera del Puente de la Dehesa.
Al llegar al punto los veteranos en la materia, organizaron la forma de corte para facilitar su posterior arrastre hasta el pueblo. Logística clara, era el momento de encender la motosierra y comenzar la tarea.
Una vez derribado se coordinó el camino menos abrupto para su extracción hasta la carretera. Se aproximó un tractor con unas cadenas para realizar la encomienda. Y se abrazaron las mismas al tronco. Previo despeje de la zona colindante por seguridad, comenzó el arrastre del Mayo.
Tras un breve refrigerio en el merendero para recuperar energías, se puso rumbo de vuelta al pueblo para su colocación.
Al llegar a San Pedro, el recorrido habitual: se accedió por la Plaza de la Cosa, Calle de los Balcones, Calle Mayor, hasta llegar a la Plazuela. Todas estas calles conforman un estrecho y cerrado trazado con poco margen de maniobra para un árbol tan pesado. Y por supuesto, completamente recto con más de 26 metros de longitud.
Representa todo un dificultoso reto para los sampedranos, pero es justo ese desafío el que afrontan orgullos cada año. Con euforia y energía para llegar hasta la Plazuela sin dañar la copa ni romper el tronco, conservando así la tradición.
Las calles del casco histórico por las que discurre el Mayo apenas han sufrido cambios estructurales, por lo que ya está bastante calculada la longitud máxima que debe tener el árbol, unos 20 metros. Y este año, se ha sobrepasado, lo que ha implicado despertar una dosis mayor de ingenio.
Al llegar a la Plazuela todo el pueblo estaba expectante de ver el Mayo elegido para este año. Y cómo no, su particular colocación, que también es otro de los retos logísticos de las fiestas.
Se comienza a descolgar la soga central desde uno de los balcones y se amarra al tronco en su parte superior.
Mismo procedimiento para las dos sogas laterales, y se comienzan a tensar a modo preliminar. Se guarda silencio y una persona será la encargada de romperlo con las indicaciones precisas. A la voz de “aaaaaaaaaariba”, se tira de las cuerdas y empuja desde la parte inferior del tronco al unísono. De este modo se concentran las fuerzas.
Según va subiendo, se introducen unas herramientas diseñadas para la ocasión, dos troncos de madera unidos por una cadena formando una tijera gigante, que garantizan la seguridad y contribuyen al izado del Mayo.
Según va subiendo, se introducen unas herramientas diseñadas para la ocasión: dos troncos de madera unidos por una cadena en forma de tijera gigante, que garantizan la seguridad y contribuyen al izado del Mayo.
Poco a poco, va ganando verticalidad gracias a la ayuda, fuerza y sincronización de todos los sampedranos que colaboran en la tarea.
Para facilitar la operación la Plazuela cuenta con una perforación perfectamente diseñada para la ocasión, en el suelo. Este orificio gigante, permanece todo el año, y al retirarse el mayo, se oculta con una tapa a medida.
Una vez terminada su colocación, se quedó siendo testigo de las Cuartetas que acto seguido recitaron las Móndidas en esta mañana de San Juan.